Este ensayo histórico explora cómo la inspiración original de una congregación fundada en el siglo XVII, en un tiempo de renovación espiritual y en un ambiente caracterizado por discusiones e incluso disputas teológicas, abrió camino a un proceso radical de cambio en los años sesenta y setenta. Utilizamos el concepto bien conocido de coyuntura (conjoncture), usado por Fernand Braudel para abordar las convergencias de desarrollos en una longitud de tiempos medios, y, en particular usamos el concepto de transtemporalidad introducido más recientemente por David Armitage2. En cierta medida, Armitage nos ofrece una ruta de investigación nueva con el concepto de transtemporalidad, que él modela siguiendo la noción de historia transnacional. Así la historia transtemporal acentúa elementos de enlace y comparación a través del tiempo mientras que la historia transnacional trata esas conexiones a través del espacio3. Armitage argumenta que de la misma manera que la historia transnacional no niega la existencia de lo nacional, la historia transtemporal es extensiva pero delimitada: “ conecta contextos discretos, momentos y períodos al mismo tiempo que mantiene la especificidad sincrónica de esos contextos.”4 Este concepto es relevante para entender la recepción del Concilio Vaticano Segundo (1962-1965) y los cambios realizados por las Religiosas del Niño Jesús en España.
Nuestro interés aquí es examinar cómo la provincia de España de las Religiosas del Niño Jesús navegaron a través de dos coyunturas mayores: una la coyuntura socio-política del segunda etapa del Franquismo (1957-1975) y la otra, la coyuntura teológica e institucional que tomó forma con el Concilio Vaticano Segundo5. Perfectae Caritatis , decreto conciliar sobre la Renovación de la Vida Religiosa, exigía “ el retorno a la inspiración originaria de los Institutos”, en otras palabras, un retorno a la inspiración original del fundador, Nicolás Barré, en este caso.6
Nos concentraremos en el trabajo de las Religiosas en el pueblo de Bembibre, en León, España, que comenzó en 1963.
Nuestra tarea es trazar el cambio en el yo colectivo de las Religiosas – su identidad como tales – expresado en la originalidad de las ideas pedagógicas desplegadas por las hermanas, su entendimiento de la relación con el clero, su interacción con las comunidades locales, y su visión renovada, refrescante, del Catolicismo español. Era una forma de Catolicismo, como lo explica Bolado, en que la Iglesia y el estado buscaron un nuevo consenso católico y nacional resucitando el espíritu de una nueva Edad Media7. Argumentamos que la experiencia de las hermanas en Bembibre no puede ser entendida en su totalidad limitando la investigación a los eventos vividos en Bembibre en la corta duración, a la coyuntura generada por la segunda etapa del Franquismo (1957-1975), o trazando la circulación de ideas en un espacio transnacional. No hay duda que la circulación de ideas y el carácter supranacional que acquirían las connexiones de la congregación dado su carácter internacional, la misión que la provincia de España abrió en Perú en 1962, ayudan a explicar la familiaridad de la congregación española con teologías modernistas, teología de la liberación, literatura feminista, corrientes políticas de la época, literatura revolucionaria, música de América Latina, y en los tardíos sesenta, el escenario político francés y el movimiento estudiantil. Sin embargo, es necesario buscar los lazos de la congregación con el movimiento espiritual del siglo diecisiete en Francia, su origen, para entender el transfondo sustentando la interpretación que la provincia de España hiciera de la realidad social en los años sesenta y el carácter de su misión, en este caso, en Bembibre y los pueblos y aldeas aledañas.
En el análisis, vamos a relacionar tres enfoques conceptuales: transtemporalidad ( explorando los lazos espirituales y teológicos con el fundador, Barré), transnacionalidad (dado el carácter internacional de la congregación originariamente de Francia), y contextualización situando la congregación dentro de configuraciones históricas concéntricas y en coyunturas políticas, sociales, y religiosas8.
Las Religiosas del Niño Jesús, fueron a Bembibre in 1963, en un tiempo de conyunturas complejas, que explicaremos, dentro de las cuales recreaban su yo colectivo y personal. Pero primero es importante preguntarse quiénes eran las Religiosas? Cuáles eran sus raíces. Vamos a empezar por responder a estas preguntas.
Las Religiosas del Niño Jesús, la visión original del fundador y la congregación como fundadora de colegios prestigiosos
La congregación de las Religiosas del Niño Jesús, St. Maur, es uno de las dos ramas del Instituto de Maestras Caritativas del Santo Niño Jesús fundado en 1666 por el fraile Mínimo Nicolás Barré (1621-1686), un instituto sin votos ni clausura, bajo la dirección de un superior/una superiora, creado con el propósito de enseñar a niñas pobres y proveer instrucción religiosa.9
Era una manera de circunscribir la decisión de la Iglesia de excluir a las mujeres del apostolado activo, tomada por el Concilio de Trento (1545-1563) y los decretos de Pío V de mediados del siglo XVI que estaban todavía en efecto en los siglos XVII y XVIII.10 Se necesitaban religiosas sin clausura para instruir/educar y adoctrinar a los pobres en los principios Católicos después de las Reformas Protestantes. Se trataba de la educacionalización de la fe. La Iglesia Católica había comenzado a usar la educación como un medio para resolver problemas sociales y mantener la fé en la feligresía sin desviaciones ; las escuelas tenían una fuerte función confesional. Los Jesuítas habían sido pioneros en centrar su ministerio en la educación en el siglo XVI y sus escuelas se expandieron en redes. El Catolicismo francés atravesaba en el siglo diecisiete un período de renovación teológica y espiritual, generando una coyuntura particular. Nicholás Barré, Jean Eudes, Vincent de Paul, Jean- Jacques Olier, Pierre de Bérulle, y Jean-Baptiste de La Salle, entre otros, vieron la necesidad de hacer algo para resolver los problemas sociales que los rodeaban.11 Partiendo de los fundamentos iniciales de lo que se conocería como Iluminismo, Barré y De La Salle pusieron en moción principios en línea con lo que se considera una educación moderna. Sus ideas estaban contextualmente conectadas a las ideas del pedagogo Johan Comenius (1592-1670).
El pensamiento de Barré se desarrolló en una coyuntura teológica en la que el Galicanismo, Jansenismo, y anti-Jansenismo interceptaron religión con política. Mientras que el Galicanismo buscaba restringir el poder papal en la Iglesia Católica Francesa, el Jansenismo, a menudo reducido a rigorismo moral, se situaba en el contexto de debates sobre la relación de la Gracia de Dios con la libre voluntad humana. (Debe notarse que autores contemporáneos han interpretado al Jansenismo como una corriente que favorecía la conciencia individual, advocaba el contacto directo con la Biblia, daba un papel mas prominente a la mujer, y entendía a la Iglesia como una asamblea de fieles).12 Las influencias teológicas e intelectuales que nutrieron el pensamiento de Barré habrían de impactar el proceso de renovación del apostolado de las Religiosas del Niño Jesús en las últimas décadas del siglo veinte. Pero cuáles fueron las visions teólogicas y políticas que informaron la renovación del apostolado? Barré abrazó la noción que los Cristianos podían responder a la perfección recibida cuando eran bautizados, así ubicó a las futuras religiosas de manera cercana a los laicos. En línea con el pensamiento del siglo XVII, Barré entendió que la Iglesia, era el centro de la comunidad y físicamente un lugar de reunión.13
Barré fue explícito al pedir que las Maestras Caritativas no se subordinaran al sacerdote; fue también claro cuando instruyó que la misión de las Maestras era el apostolado y que sus ejercicios espirituales estarían subordinados a sus obligaciones relacionadas a la enseñanza – horarios, organización de las clases, asistencia, uso del lenguaje vernacular.14 Barré esperaba que las Maestras Caritativas/ futuras religiosas compartieran las condiciones de los pobres y que les hicieran conocer a Jesús. Por supuesto, como ocurría en la época dada las relaciones entre la Iglesia y la corte, las Maestras Caritativas tenían protectores pertenecientes a la nobleza.15 Después de la muerte de Barré, el Instituto original se dividió en dos ramas establecidas por un decreto real de 1691, produciendo dos congregaciones con votos privados: Religiosas del Santo Niño Jesús, St. Maur, con la casa madre en París, pero orientadas hacia las misiones internacionales, y las Religiosas del Santo Niño Jesús, Providence de Rouen, con la casa madre en Rouen y orientadas al trabajo apostólico regional en Francia. Es de notar que las Religiosas del Niño Jesús, St. Maur, no recibieron aprobación papal hasta 1866 y sus constituciones fueron aprobadas por la Santa Sede in 1887.
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Al tiempo cuando las Religiosas (St. Maur) fueron a España en diciembre de 1860, la congregación ya tenía misiones en Malasia (1852) y Singapor (1853). La congregación en España, que formaría la provincia de España, fundó su primera escuela del Niño Jesús, en Barcelona, cuando llegaron; se trataba de una pequeña escuela que se convertiría pronto en un colegio de clase media alta con clases en castellano y francés. En Madrid, la congregación abrió la primera escuela en 1904, Colegio del Niño Jesús, luego llamado Colegio Blanca de Castilla, que también sería una escuela para niñas de clase alta; el Colegio tenía una escuelita al lado del Edificio para niñas pobres, expresión clara de diferenciación social.16 Las alumnas del Colegio pago vestían uniforme azul y cuello blanco, las niñas que asistían a la Escuelita del Niño Jesús llevaban un vestido entre fresa y salmón, una especie de bata, abrochada atrás, un lazo, piquillo blanco abajo, manga larga. La Escuelita se cerró en 1955 porque las Religiosas concluyeron que esta práctica no era evangélica y se alejaba de Barré.
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Las Religiosas del Niño Jesús en Bembibre en los largos años sesenta
Después de haber narrado las raíces de las Religiosas fundadas por Barré y su vuelco en el siglo hacia la creación de escuelas para las clases acomodadas, en nuestro caso, en España, nos concentramos ahora en el cambio ruptural que la provincia Española experimentó en "los largos años sesenta" y, en particular, en la misión en Bembibre.17 Al mismo tiempo, indagamos la búsqueda transtemporal que emprendieron las Religiosas para entender su propio yo y su identidad colectiva, el carácter peculiar del apostolado en Bembibre y el giro dramático dejando el trabajo con los ricos y volcándose a un compromiso social muy temprano.
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La misión en Bembibre, León, de vuelta a la visión original
La misión en Bembibre comenzó en 1963. Dos coyunturas en superposición contextualizaron el trabajo de las Religiosas tal como se puede ver en el mapa conceptual. Una coyuntura era de naturaleza socio-política. España estaba atravesando la segunda etapa del régimen de Franco conocida como fase de desarrollo tecnocrático o la fase final del nacionalismo Católico, que se extendió de 1957 a 1975.18 El régimen se movió hacia la modernización económica con un fuerte apoyo del instituto secular Católico de derecha Opus Dei, mientras continuaba la oposición y represión de las expresiones de pluralism político y cultural carácterísticos de la modernidad. En contraste, en los tempranos años sesenta, importantes grupos dentro de la Iglesia, incluyendo las asociaciones de trabajadores militantes católicos estaban muy agitados y preocupados por los problemas políticos y sociales en medio de movilizaciones de estudiantes universitarios. En 1961, la encíclica Mater et Magistra sobre problemas sociales, promulgada por el Papa Juan XXIII (1958-1963) y portadora de un discurso progresista sobre problemas sociales, tuvo repercusión en España entre el clero así como entre los laicos y aquéllos que estaban reaccionando en contra de Franco.19
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La otra coyuntura era de naturaleza teológica e institucional. La Iglesia estaba viviendo un proceso de cambio que tomó forma en el Concilio Vaticano Segundo. Las sesiones informativas y las reuniones que tenían lugar con las congregaciones durante el Concilio crearon una forma nueva de entender el papel de la Iglesia en el mundo y ayudó a las Religiosas a re-posicionarse en relación a una sociedad pluralista (negada en España)y a comprometerse con la búsqueda de justicia, dentro de un régimen político represivo que estaba enraízado en una forma de Catolicismo.
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El Concilio , y en particular, su Declaración sobre la libertad religiosa, Dignitatis Humanae (1966), tuvo fuerte impacto en España, país sin libertad religiosa. Eventualmente, gracias a la presión ejercida por grupos políticos y civiles y el contexto de debates intensos, se promulgó la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1967; ley que se hizo compatible con el estado confessional.20
Dado el carácter transnacional de las Religiosas del Niño Jesús y teniendo la casa madre y el noviciado (en parte o en su totalidad dependiendo del período de tiempo) en París, ellas estaban expuestas a lo que ocurría en los sesenta a una escala global. Así estaban familiarizadas con los movimientos estudiantiles de 1968, la literatura de los sesenta, y en los primeros años setenta, la experiencia de Chile con Allende, los escritos de Paulo Freire, textos teológicos modernistas, y teología de la liberación. La misión en Perú y el trabajo con los Jesuítas desde los tempranos sesenta abrió una nueva dimensión para la congregación como se puede observar en las comunicaciones a los capítulos.
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El proceso de cambio en la congregación, el viaje transtemporal que buscó la intencionalidad del fundador y la indagación teológica a la luz del mandato de Perfectae Caritatis ( document mencionado antes ) y de las configuraciones sociales y políticas de la época, condujeron a un fuerte compromiso con la justicia social. Este cambio dramático en la visión de la congregación y consequentemente en el apostolado tuvo características de ruptura y fue acompañado por una transformación profunda de la idea que las Religiosas tenían de sí mismas.
Bembibre se habría de convertir en un escenario experimental viviente para los cambios que vendrían. La carta que convocó al Capítulo Extraordinario de 1968 de la congregación en su totalidad , expresaba que “su objectivo era: revisar las constituciones para permitir a la congregación ser un ‘testimonio vivo’ de Cristo en el mundo de hoy y trabajar de forma eficiente para el Reino de Dios.21 Claramente, la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et Spes) del Concilio Vaticano Segundo tuvo gran impacto en ésta y otras congregaciones.
Cuando las Religiosas de la provincia española empezaron a explorar sus raíces, aún antes del Concilio que culminó en 1965, entraron en un proceso de investigación transtemporal, que las llevó al siglo XVII en Francia y a su fundador Nicolás Barré. Cuáles eran los elementos centrales de su renovación que aparecieron expuestos en la misión en Bembibre? De qué manera estaban relacionados a la inspiración original que motivó su fundación y a las ideas del fundador? Respondamos a estas preguntas.
Las Religiosas volvieron a su origen, a la inspiración original de su fundador mientras navegaban a través de las coyunturas mencionadas antes, coyunturas que se intersectaban y superponían, Así empezaron a dejar los grandes y prestigiosos colegios para ir a los barrios periféricos de Madrid y Barcelona o a los pueblos.22 Bembibre era un pueblo minero con una población de seis mil personas, incluyendo migrantes económicos que habían ido de Asturias, Galicia, Extremadura, y Portugal; en los años setenta, el pueblo también recibió inmigrantes de Cabo Verde, y en los ochenta de Pakistán, y Vietnam.
La Escuela del Niño Jesús, luego llamada Colegio Virgen de la Peña
Las Religiosas abrieron una escuela parroquial, Escuela del Niño Jesús, el 3 de Septiembre de 1963 con 140 niñas entre 5 y 9 años que siempre fue gratuita.23
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Las misioneras al principio trataron de extender una educación para las clases medias a los alumnos/as de origen social menos favorecido, enfoque que abandonaron como parte de su propio proceso de renovación spiritual y como respuesta a la realidad de la localidad misma. El retorno a los principios de Barré cambiaron no sólo la percepción que las Religiosas tenían de sí mismas, sino la percepción que el público tenía de ellas, las Damas Negras, fundadoras de colegios de clase alta en Madrid y Barcelona. La misión en Bembibre tomó forma en el camino: la escuela, guardería, residencia para niñas, integración pastoral con la parroquia, apostolado social con aquéllos en los márgenes viviendo su vida. Las Religiosas se preocuparon en la relación con la gente, y es así que como ellas lo dicen, llevaron la escuela a la calle, y la convirtieron en un espacio público.24 A pesar de que la misión se gestaba dentro del contexto de renovación de la visión y misión de la congregación, había algo único acerca de lo que ocurría en Bembibre.
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En 1967 inauguran el nuevo edificio para la escuela y en 1973, la escuela es clasificada como Escuela de Educación Básica General, y empieza a recibir fondos del estado. El nombre cambia a Colegio Virgen de la Peña.
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Hacia 1968, la orientación de la misión estaba bien establecida: apertura a las necesidades de la comunidad, trabajo con los pobres, no intención de competir con el estado pero proveer lo que se necesitaba y el compromiso de mejorar las condiciones de vida de la comunidad. Las Religiosas son recordadas como una luz de cambio en las dos últimas décadas del Franquismo.25
Es evidente que las Religiosas adoptaron una noción de escuelas populares en Bembibre impregnadas de autonomía y si bien se ocuparon de pedagogizar la fe, estaban abiertas a todos y todas, y su intención era usar la educación para el bien público (común).
La congregación recontextualizó las ideas pedagógicas de Barré en el proceso de vivir la radicalidad del Evangelio. Las ideas de Barré que discutieron fueron el aprendizaje basado en la intuición y en formas preliminares de pedagogía basada en experiencia, auto-corrección, uso de la lengua vernácula, distribución juiciosa del tiempo, educación personalizada, discernimiento del espíritu de los niños, proceso de aprendizaje basado en la idea que la virtud está siempre en acción, trabajo en grupo en la clase, y relación con padres y madres. Por supuesto, las Religiosas estaban expuestas a pedagogías modernas. Sin embargo, en los grupos de discusión las maestras no proveyeron detalles de su práctica. Las Hermanas rescataron el viento de libertad de Barré. Un comentario hecho por la religiosa Yolanda es interesante: “ Hay un capítulo en el libro de Barré donde se nos llama a la libertad; Barré dice ‘libres para esto’, ‘libres para lo otro’. Hay que ser libres pero dóciles al espíritu, como una pluma en la mano de un escritor.” Este comentario tiene mucha fuerza porque el espíritu en la tradición tridentina, asumido por las congregaciones, había sido mediado por la Iglesia institucionalizada.
La escuela en Bembibre encarnaba la vida Cristiana de una manera alineada con la recreación de la historia misma de las Religiosas del Niño Jesús. La escuela era una casa para la gente joven, incluyendo aquéllos que asistían a otras escuelas, y se convirtió en el centro de vida comunitaria en el pueblo. En la escuela, los niños podían jugar cuando quisieran; había clases de catecismo a las que todo el que quería podía asistir; el gimnasio, que era el único en el pueblo, estaba abierto para el uso de miembros de la comunidad y para eventos deportivos; la asociación de vecinos se reunía en la escuela ( en un momento, la hermana Yolanda sirvió como secretaria). Para las Religiosas este tipo de participación era parte de su trabajo pastoral, pero durante el régimen de Franco, las asociaciones jugaron un papel político. Además, en el sótano de la escuela se celebraban reuniones clandestinas en las que participaban personas vinculadas al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y gente de izquierda que venían no solo de Bembibre sino también de Ponferrada y de otros lugares.
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Había también connexiones con las Hermandades Obreras de Acción Católica. Las Religiosas proporcionaron un espacio físico que tenía implicaciones políticas y sociales profundas. El contexto político era desafiante. Las Religiosas así como miembros de la comunidad de Bembibre tienen memorias de represión política, en particular en los años sesenta y los tempranos setenta. Sin embargo, las Religiosas usaron los espacios políticos y especialmente la Ley General de Educación de 1970 para recibir fondos para su escuela y para otros servicios tal como la residencia para niñas que vivían en zonas aledañas.
Después, en los ochenta, creyentes musulmanes de Pakistán encontrarían en la escuela un espacio para sus actividades culturales y su fe, y antes que ellos, lo mismo ocurrió con las familias vietnamitas. Las Religiosas cambiaron su manera de presentarse, su relación personal con su cuerpo, su manera de expresar afectos y emociones, su relación con el espacio tal como se ve en las actividades públicas incluyendo teatro y títeres.
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Al retornar a Barré, las Religiosas del Niño Jesús, como ellas mismas lo dicen, llevaron la escuela a la calle, crearon una “escuela sin puertas”. Ellas se encarnaron en la comunidad y generaron un ambiente de cooperación con los laicos muy dinámico y único. Su apostolado en un barrio pobre de Socuello revela esa encarnación.26 Este trabajo pastoral, que también despertó críticas, era hecho en colaboración con sacerdotes ( no en subordinación ) que compartían la visión de las hermanas y se insertaba en un proyecto pastoral mayor.
A manera de conclusión
En respuesta a las preguntas planteadas en relación a los elementos centrales del proceso de renovación spiritual de las Religiosas y a su re-connexión con la inspiración original del fundador, podemos decir que la lectura de los documentos del Concilio Vaticano y su implementación fueron mediada por la herencia que les dejara Barré. La mediación fue fuertemente contextualizada por las coyunturas (conjonctures) políticas y religiosas de la segunda etapa del Franquismo (que se sobreponían y a veces intersectaban), la renovación spiritual y teológica del Catolicismo, y por la propia experiencia vivida en las nuevas misiones. El producto fue una escuela popular, centro de la vida colectiva , que recogía la idea de no subordinación de las hermanas a los sacerdotes. El énfasis de Barré en la individualidad del estudiante, creatividad ( elementos tempranos nutridos por el Renacimiento Humanista) y participación de la comunidad, fueron recreados en Bembibre a la luz de la pedagogía de la segunda mitad del siglo veinte y la realidad social que vivían.
En general, se generó un escenario muy particular en la vida de las congregaciones religiosas en el mundo Católico, que proveyó las condiciones de posibilidad para la reconstrucción de sí mismas/os como individuos/as y como comunidad y para apostolados creativos. Las Religiosas del Niño Jesús dejaron de ser las Damas Negras, como se las conocía. Como en otros casos de religiosas, la construcción de su imagen pública y de sí mismas cambió al abandonar el hábito, se liberaron del control de las emociones, y se nutrieron de una nueva conciencia de su capacidad reflexiva. Recrearon su poder como agentes activos bajo nuevas condiciones. Se podría decir que las Religiosas del Niño Jesús se recrearon a sí mismas en el camino mientras aprendieron a relacionarse a los estudiantes y a la gente de una manera nueva. Pareciera que los principios del fundador estaban latentes en la herencia cultural de la congregación y fueron re-descubiertos por las Religiosas con un profundo sentido histórico.
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